Las sobras de la comida pueden causar vómitos, así como deficiencias nutricionales, aumentar el riesgo de obesidad y, a su vez, predisponer al perro a desarrollar más enfermedades.
Se acerca la Nochebuena y con ella el exceso de comida y las intoxicaciones alimentarias en mascotas. De hecho, la mayoría de los alimentos tradicionales en estos días, como las uvas, el alcohol o el chocolate, son tóxicos para ellas. También lo son algunas de las sustancias que contienen las sobras de nuestras comidas, como la cebolla, el ajo, el puerro, las pasas o el aguacate.
“En general, nuestras mascotas deben evitar este tipo de alimentos durante todo el año, pero en fiestas aumenta el consumo porque somos más permisivos o nos reunimos con miembros de la familia que no suelen convivir con nuestras mascotas y aprovechan para ganárselas con algún bocado”.
En este sentido, esta experta recomienda pedir la colaboración de las visitas para que no proporcionen a las mascotas nada sin consentimiento del cuidador: “Por supuesto, no debemos permitir que se les proporcione ningún alimento que sepamos que es tóxico. En el caso de que le demos un alimento que sí tolere, deberemos también tener en cuenta el tamaño del mismo para dar fragmentos que puedan ser ingeridos sin riesgo”.
Riesgos de los huesos para los perros
Dar huesos a nuestros perros genera una gran cantidad de riesgos, en su mayoría son graves y pueden incluso llegar a provocar su fallecimiento. Entre los problemas orales, pueden presentarse desde laceraciones, cortes y heridas hasta fracturas dentales. A nivel respiratorio, los huesos pueden ser responsables de obstrucciones respiratorias que pueden causar asfixia. Por el lado digestivo, pueden provocar gastroenteritis, úlceras, estreñimiento e incluso perforaciones esofágicas, gástricas o intestinales.
En cuanto a los nutrientes que pueden aportar, Isabel Luño comenta: “Los huesos no son una gran fuente de calcio ni de fósforo, y el problema es que conllevan enormes riesgos. Teniendo opciones nutricionales más seguras, no tiene sentido emplear los huesos como una fuente de calcio o fósforo”.
Las sobras, motivo de vómitos y obesidad en perros
Uno de los síntomas más frecuentemente observados en mascotas tras ingerir sobras son los vómitos, generalmente debidos a una inflamación del estómago (gastritis) o del estómago e intestino (gastroenteritis). Como indica Isabel Luño, “esto puede deberse a diferentes motivos, entre ellos, que el digestivo de la mascota no esté acostumbrado a estos alimentos, que no pueda digerirlos bien (por excesivamente pesados o por cantidades abusivas), que el animal tenga alergia o intolerancia a alguno de sus componentes, o directamente que sean alimentos tóxicos o irritantes y el cuerpo del animal reacciona intentando expulsarlos”. En caso de que haya vómitos, es muy útil para el veterinario disponer de fotografías (para ver la cantidad, el color, el contenido, si hay o no algún elemento extraño en el mismo...) o incluso de muestras para poder analizar.
Asimismo, las sobras de las comidas aportan a las mascotas una gran cantidad de algunos nutrientes altamente calóricos, como grasas y carbohidratos, que contribuyen a la ingesta excesiva de energía. Además, pueden causarles deficiencias de nutrientes necesarios y aumentar el riesgo de obesidad. En este sentido, cabe señalar que, en los países desarrollados, entre el 20 y el 40% de las mascotas sufren de sobrepeso1 y la obesidad se considera el desorden nutricional más común. Esta predispone a desarrollar enfermedades como osteoartritis, diabetes mellitus tipo II, alteraciones del sistema cardiorrespiratorio, desórdenes urinarios y reproductivos, y la reducción de su esperanza de vida. “Por todo ello -indica Isabel Luño- es recomendable que en todas las épocas del año las mascotas lleven una dieta completa y equilibrada”.
En caso de decidir dar algún alimento que no sea perjudicial para la salud de la mascota, se debe llevar un control para evitar excesos y restarlo de su cantidad de dieta habitual. “Si además queremos cuidar su salud mental y emocional, lo ideal es no proporcionar estos extras en la mesa (si no queremos que nos pidan constantemente). Guardándolos, se pueden usar después para reforzar conductas adecuadas y trabajar la obediencia básica relajada”, concluye.
Conocer los síntomas para actuar a tiempo
Para ponernos alerta ante cualquier problema relacionado con la ingesta de alimentos de nuestras mascotas, es necesario conocer los síntomas que provocan. En caso de perforación, los más frecuentes son: vómitos, hiporexia o anorexia (comer menos o dejar de comer), diarreas, apatía, letargia, fiebre, dolor abdominal, reticencia a moverse, caminar o correr, y, por último, distensión abdominal (abdomen dilatado o abultado).
En caso de problemas respiratorios, los más frecuentes son: dificultad para respirar (esfuerzo al inspirar, tiempo de inspiración aumentado), aumento de la frecuencia respiratoria (respiración rápida o agitada), postura ortopneica -cuello estirado, extremidades anteriores separadas, boca y ollares abiertos...- y cianosis (color azulado de las mucosas).
Ante estos síntomas, lo principal es llamar inmediatamente al centro veterinario para informar de lo sucedido y recibir instrucciones telefónicas. “Se debe recabar información sobre la composición, la cantidad y el tiempo transcurrido desde la ingestión. En base a eso, desde el centro veterinario aportaremos las indicaciones adecuadas, que serán diferentes según lo que haya ingerido la mascota: algo tóxico, algo que esté pudiendo generar una obstrucción respiratoria o algo que pueda tener consecuencias posteriores, como una obstrucción intestinal por huesos, entre otros casos”, concluye Isabel Luño.